Cómo cuidarnos

¿Por qué las infecciones superan nuestras defensas y enfermamos?

Los principales microorganismos son las bacterias y los virus, que actúan de forma diferente, pero con un resultado final común: suelen ganar por mayoría aplastante. Y cuantos más entren en nuestro organismo, peor será la infección, porque lo que hacen es superar nuestras capacidades defensivas. Tal como habíamos comentado antes, la batalla entre los “bichos” y nuestras defensas depende del número de atacantes y de que nuestro organismo esté en forma. Cuanto más débiles o desequilibrados estemos, más fácil será que un número no muy grande de atacantes nos provoque la infección. Y al revés: por muy bien que estemos, si la cantidad de virus que nos entran es enorme, no podremos evitar la infección.

¿Es buena una higiene excesiva?

Todo lo que sea equilibrio para el organismo es bueno. Pero en el caso de la higiene, todo dependerá del ambiente en el que nos movamos. Todos los que trabajamos con pacientes debemos cumplir estrictamente el lavado de manos siempre que entremos en contacto con un paciente, o con objetos que hayan estado en contacto con ellos. La misma regla podemos aplicar cuando visitamos lugares con gran afluencia de personas (un buen ejemplo son los lavabos públicos); los gérmenes no se ven, y a pesar de que son lugares con limpiezas muy frecuentes, es aconsejable siempre extremar precauciones, ya que el número de personas es muy grande y desconocemos la higiene personal de estas personas. Y es que es una costumbre del ser humano llevarse la mano a la cara (ojos, boca, nariz) cientos de veces al día, un hecho que facilita que los gérmenes se transmitan con tanta facilidad a través de las manos.

¿Podemos activar nuestras defensas?

No existe ninguna evidencia científica que demuestre que algún producto pueda “activar y/o preparar nuestras defensas” y por tanto evitar la infección. Las medidas más efectivas deben ser preventivas: no exponernos al frío de forma inadecuada, y sobre todo evitar adquirir virus. Las normas de higiene personal son cruciales, ya que la gran mayoría de infecciones se transmiten por contacto con las manos.

Queda claro que no existe ninguna fórmula mágica que nos proteja de una infección si, por ejemplo, decidimos salir desprotegidos a la calle ante el frío (la zona del cuello es vital) y además entramos en contacto directo y diario con personas resfriadas o con gripe (es muy difícil evitar coger el resfriado de tus hijos más pequeños, por ejemplo). Lo que sí es cierto es que para que el sistema inmunológico esté en forma es necesario tener el resto del cuerpo sano; todo aquello que vaya en contra (dieta desequilibrada, stress, falta de sueño, sedentarismo, tabaco y alcohol…) afectará al sistema inmunológico. El llevar una vida poco saludable no hará que cojas el resfriado, pero sí que hará que tu sistema inmunológico no responda al 100%.

¿Cuál puede ser el papel de los factores relacionados con el estilo de vida y la forma de trabajar actuales?

Trabajamos y vivimos rodeados de tecnología y de ondas de todo tipo (ya empiezan a aparecer trastornos físicos en personas que trabajan en los llamados “edificios inteligentes”), aire acondicionado, polución, conservantes y colorantes… por no hablar del stress, la depresión, la soledad, la ansiedad. Y de lo que no cabe duda es que el ritmo de trabajo y de hacer cosas que a día de hoy la tecnología nos permite es cada vez mayor, una situación que puede favorecer la aparición de procesos autoinmunes en personas susceptibles.

¿Pueden los alimentos potenciar el sistema inmunológico?

Internet está lleno de información acerca de alimentos o nutrientes que potencian el sistema inmunológico (cítricos, ajos, cebollas, yogurt, calabazas, rábanos, jengibre, té verde, chile, frutos secos…). La lista es enorme, pero desgraciadamente los datos científicos sobre su beneficio a la hora de reforzar el sistema inmunológico son muy indirectos. Y es que ocurre que todos estos nutrientes forman parte de las dietas consideradas como más saludables y completas, y no debería ser necesario tomar mayores cantidades.

El último ejemplo que ha salido en prensa es la importancia del zinc para el sistema inmunológico, a raíz de unas investigaciones en ratones a los que se administraba comida sin Zinc, lo que provocaba alteraciones en el sistema inmunológico. A partir de aquí, la noticia sale a la prensa como “tomar zinc es bueno para reforzar el sistema inmunológico”, y se aconseja tomar suplementos de zinc para prevenir resfriados y gripes. Lo mismo ocurre con vitaminas y algunos minerales; y lo peor es que el exceso puede ser perjudicial en algunos casos. La filosofía debe seguir siendo la misma: una dieta completa y equilibrada no requiere de ningún suplemento, éstos ya van incorporados en los alimentos. Por tanto, el tema de los suplementos siempre debe estar dirigido a las personas que hacen dietas desequilibradas. Aquí la evaluación individual por parte de un experto nutricionista es crucial; nadie mejor que él para decirnos cómo es nuestra dieta, y que nos sobra o qué nos falta.

¿Es importante la flora intestinal y la dieta general en la salud de nuestro sistema inmunitario?

Por desgracia, la cantidad de estudios científicos serios al respecto es mucho más pequeño de lo que la opinión pública suele suponer, especialmente con respecto a las relaciones con el sistema inmunológico. Los pocos estudios que existen demuestran dichos beneficios de forma muy indirecta, o bien en animales de laboratorio. Lo que los estudios sí han demostrado con claridad es que tener una flora microbiana alterada puede ocasionar enfermedad; en cambio, el que la administración de probióticos pueda revertir el estado de enfermedad a salud no está claramente establecido. Los estudios más serios han podido demostrar beneficios en pacientes con enfermedades del tubo digestivo (gastroenteritis causadas por gérmenes o antibióticos, enterocolitis, enfermedad inflamatoria intestinal o incluso en el síndrome de intestino irritable). Pero en personas sin estas enfermedades, el papel de los probióticos no está claro; por ejemplo, no hay ningún estudio que haya demostrado que el añadir probióticos o cualquier otro suplemento dietético ayude a una persona sana y con hábitos saludables a tener menos infecciones. Por tanto y una vez más, más importante que suplementar lo que comemos es comer bien y equilibrado; porque sí que existen una gran cantidad de estudios muy importantes que apoyan con fuerza el papel de la dieta mediterránea y de la mayoría de sus componentes respecto a otras dietas.